Los nuevos hábitos de enganche permanente a las redes sociales están llegando al paroxismo. El número de personas que literalmente duerme con su teléfono inteligente o tableta bajo la almohada crece sin parar. La realidad parece sólo una excusa para generar contenido -hasta hace unos días irrelevante por lo trivial- para los perfiles sociales de rigor. No se lee, no se piensa...bueno, unos pocos piensan, y mucho. Con toda esta información un puñado de empresas están tomando control global y cuasiabsoluto de la información, las comunicaciones, la forma de relacionarse, influir, encontrar información y hacer negocio...con el alucinante beneplácito de todos. Ayer me comentaba un amigo - pianista y con los pies 1.000 veces más en el suelo que mis amigos economistas o publicitas (el mundo al revés)- que hoy en día si estás 5 minutos esperando al autobús sin hacer otra cosa, tienes la sensación de estar perdiendo el tiempo, lo que te provoca ansiedad. Hay tanto que está sucediendo a tal velocidad y hay tanto ruido alrededor de la idea de que te estás quedando atrás que el coste de oportunidad de no estar ahí se ha disparado hasta límites sencillamente absurdos. No sólo es bueno no estar permanentemente conectado, sino que es necesario. ¿Hace cuanto que no lees un libro? Usa la red y disfrútala pero ten claro que nunca serás el próximo Zuckerberg, afloja la presión de la soga.
Juan Corrales | @juan_corralesr | juan@flyabit.es